domingo, diciembre 07, 2008

a 40 años del album blanco (quizàs con un ligero desfase que sabrán ustedes disculpar)

Como dice en el título... estos 40 años se cumplieron en agosto de 2007, pero paseando por la web lo encontrè y estaba bueno, así que lo cuelgo aquí, para todos ustedes...




Buenos Aires, GDA

El 27 de agosto de 1967, Los Beatles, por aquel entonces -y también hoy- la banda musical más importante de todos los tiempos, entraban en un laberinto de incierto destino por primera vez en su carrera.

Hasta entonces, después de los duros inicios en su Liverpool natal, todo había sido sazonado con la miel del éxito absoluto, y los triunfos se sucedían en cadena. Pero ese día murió Brian Epstein, su manager, el hombre que amortiguaba todas las disputas extramusicales y que manejaba los asuntos de dinero. Y por primera vez John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr no supieron adónde ir.

Emergieron del otro lado del laberinto el 22 de noviembre de 1968 en Inglaterra (tres días más tarde en EE.UU.), completamente transformados y con un álbum doble que contenía nada menos que 30 nuevas canciones: 93 minutos de música.

Era el sucesor del inmenso Sgt. Pepper . Y su perfecto opuesto; así como la portada de Pepper era un collage recargado, la del doble estaba vacía: absolutamente blanca. Pero si se recorría la superficie con el dedo, un relieve casi invisible revelaba el nombre del álbum: The Beatles. Así de simple. Sin embargo, el mundo entero coincidiría en darle otra denominación: el Album Blanco.

La historia de este doble está fuertemente vinculada con el despertar espiritual de Los Beatles: la muerte de Epstein los sorprende en Bangor, donde asistían a una conferencia del gurú Maharishi Mahesh Yogi, que quería iniciarlos en las profundidades de la meditación trascendental. “Fue irónico que Brian muriese cuando nosotros estábamos buscando el significado de la vida”, supo declarar John Lennon, tal vez el más afectado por el hecho.

El deceso de Epstein alteró el balance de poder dentro de Los Beatles, y Paul McCartney intentó tapar su ausencia generando celos, sospechas y resentimientos entre sus compañeros: comenzaba a incubarse la bacteria de la separación.

Tras la película para televisión Magical Mystery Tour, que no funcionó muy bien, Los Beatles se internaron en un famoso resort hindú del Maharishi, a los pies del Himalaya, para encontrar algo de paz. Hallaron algo más: inspiración; la mayoría de las canciones del Album Blanco fue escrita en la India.

Pero además de traer una ráfaga de claridad espiritual, el retiro hindú aceleró el proceso de fragmentación dentro de Los Beatles. Así como Sgt. Pepper fue el triunfo de un proceso grupal, el Album Blanco fue el trabajo de cuatro solistas con los demás miembros del grupo actuando como acompañamiento del compositor del tema que, por ser autor, se ganaba el derecho de dirigir a los otros en su canción.

Y para evitar fricciones, a veces trabajaban en estudios separados. Hasta su célebre productor, George Martin, se hartó de la desunión y se tomó los tres meses de vacaciones no gozadas que acumulaba desde que había comenzado a trabajar con ellos.

Las eternas discusiones entre los principales compositores encontraban a Ringo jugando al póquer en el estudios con los asistentes para matar el tiempo. Hasta que un día se hartó y dejó la banda.

Era un secreto a voces que cuando el baterista se iba del estudio, McCartney grababa nuevamente su parte. Le rogaron que volviese, cosa que hizo unos días más tarde, para encontrarse con el estudio desbordado de flores que le daban la bienvenida. Fue la única ocasión festiva; el resto fueron cuatro meses agrios.

Un chiste comenzó a circular en medio de la grabación. ‘John se está dejando el bigote... y Yoko también’, decía, y era síntoma del malestar que generaba en el resto de la banda la relación simbiótica entre Lennon y Ono. Existía una regla no escrita que había sido quebrada: ninguna esposa en el estudio.

Y menos una que invadía el espacio ajeno, daba indicaciones y quería cantar en las grabaciones, cosa que hizo en The Continuing Story of Bungalow Bill, una de las 15 canciones que John compuso en la India. Yoko también participó en Revolution Nº9, una extraña combinación de toda clase de sonidos que siempre gana la encuesta sobre “el tema menos querido de Los Beatles”.

Harrison hizo un interesante descubrimiento cuando quebró otra regla de oro de Los Beatles, e invitó a su amigo, el guitarrista Eric Clapton, a tocar en una canción de la banda. “Es increíble lo bien que se porta todo el mundo cuando hay invitados”, declaró Harrison años después.

Esa canción, While my Guitar Gently Weeps, se convertiría en la prueba más poderosa de que no tenía mucho que envidiarles a Lennon y a McCartney como compositor. Hasta Starr se animó a escribir Don’t Pass me by.

McCartney, en cambio, logró exasperar al resto de sus compañeros con múltiples tomas de su Obladí, obladá , una de las primeras aproximaciones del rock al ska. También provocó el enojo (y un gran solo de guitarra) de John Lennon, con Honey pie, una canción de jazz tradicional a la que John catalogó como “música para abuelitas”.

El 22 de noviembre de 1968, el mundo volvió a maravillarse con la música de The Beatles. El Album Blanco era completamente distinto de todo lo que el grupo había hecho; sonaba más crudo, pero a la vez más sofisticado, y las canciones permitían delinear con exactitud el perfil de su autor.

Sobresalía la imaginación desaforada de Lennon, la musicalidad versátil de McCartney, el sesgo sombrío de Harrison y el toque country de la canción de Starr.
Era como un rompecabezas cuyas piezas configuraban el mapa de la música por venir.

Se trataba de composiciones muy personales, en las que John le cantaba a su madre en Julia, o denostaba al Maharishi en Sexy Sadie , o tiraba pistas falsas para los fans en Glass Onion. Paul, más doméstico, le dedicaba Martha my Dear a su perra, o imitaba a los Beach Boys en Back in the U.S.S.R. , mientras que George exteriorizaba su vocación religiosa en Long, long, long.

La desunión interna traía un efecto paradojal, al poner de manifiesto los valores individuales dentro de lo que alguna vez había sido un equipo perfecto.

En Inglaterra, el Album Blanco alcanzó la primera posición del ranking en el día de salida, y la conservó durante nueve semanas. Lo mismo pasó en EE.UU., con casi dos millones de copias vendidas antes de su lanzamiento; un mes más tarde, la cifra se había duplicado, y en 1970 alcanzaba los siete millones.

Sería el álbum doble más vendido de todos los tiempos. Actualmente lleva vendidos 19 millones de copias solo en EE.UU., y hay que tener en cuenta que se trata de un doble.

Pero hubo otros efectos no deseados, cuando la secta de Charles Manson creyó ver en algunos temas el vaticinio de una revolución racial que nunca se produjo; eso los llevó a cometer una serie de asesinatos horrendos.

Al volver de sus vacaciones, el productor George Martin sugirió que sería mucho mejor que dejaran afuera la mitad de las canciones y que editaran un disco solo en vez de dos.

El resto del mundo opinó diferente y hoy, a 40 años de su lanzamiento, el Album Blanco continúa siendo tan fascinante como el día de su aparición. Algo curioso, porque también es el primer síntoma audible de un proceso interno que conduciría inexorablemente a la separación de Los Beatles.

Sin embargo, aun en la desunión y el malestar, John, Paul, George y Ringo eran capaces de convocar la magia que los hizo únicos e irrepetibles.

No hay comentarios.: