domingo, agosto 19, 2007

Un café en Empalme Olmos


Resulta que desde hace ya un tiempo que estoy completamente podrido de mi trabajo. Ya se que dirán y quien no? bueno, la cosa es que un jueves de hace un par de semanas, llamé a Ana (de quien hablaré en subsiguientes entradas) y la invité a ir en tren a Empalme Olmos. supongo que no es un viaje muy tentador en una fría tarde de invierno en que no harían más de 10 º al sol...
Fuimos a la nueva estación de AFE (que pena que no se use más la vieja), subimos al trencito que se parecía más a un ómnibus Leyland de CUTCSA que al tipo de tren que pretendía tomar y partimos rumbo a la última estación del recorrido "sudriers" (vaya uno a saber quien era este pinta, prometo investigar...)
Mirando por la ventanilla, uno se da cuenta de que distinto que se ve la propia ciudad a bordo de un tren. Los trayectos, que por experiencia propia puedo afirmar que tienen la capacidad de mostrate casi todas las realidades sociales posibles, pero por regla general, muestran la pobreza en sus estados más tristes...
Pero luego salis de la ciudad, ves el campo, a lo lejos árboles... y no se, es como que respiras de nuevo... te sentís libre (y no, no es un reclame de cajeros automáticos en la playa... vaya uno a saber que noción de libertad tienen esos "creativos publicitarios").
Poco más de una hora después de subir a nuestro vagón bajamos en Empalme Olmos... pueblito que ya había tenido ocasión de visitar una vez que tocamos en "El Bar" un lindo bolichito que llevaba bandas a tocar, que lamentablemente cerró hace ya unos años. En aquella oportunidad llegué antes que el resto de la banda (en un día de agosto de hace ya 2 o 3 años).
Hacía un frío de la gran puta (supongo que es algo así como la deidad de las putas). Compré una cerveza, tabaco, hojillas y encendedor y me senté en la vacía estación de trenes... que bueno que está hacer eso.
Cuando ya llevaba cosa de una hora allí, veo la luz del tren acercarse a lo lejos-... el ruido de los vagones sobre las vías aumentando lentamente, y enseguida un largo tren de carga que pasaba rápidamente y seguía su camino... no podría decirles lo que se siente,... me hace acordar a un cuento de Juceca, que algún día transcrbiré... y después de tocar, nos quedamos a charlar con Diego (un amigo que es casi como un hermano), de fumar un poco de la mercancía del "Manu Chao". El representante del faso local, que llegó con gorrito boliviano (disculpen la ignorancia) y vendió el remanente de dicho material que provenía de algún bailongo de Pando (ciudad cercana).
Luego de fumar y charlar decidimos empezar a caminar rumbo a Pando, donde tomaríamos el ómnibus que nos llevaría a casa... El problema es que Pando queda algo así como a 10 km.
y bueno, aquella larga caminata con Diego por rutas desiertas y oscuras es algo que recuerdo con mucho cariño.
Volviendo al viaje que nos ocupa... llevé a Ana engañada, porque no le había contado acerca de mi intención de tomarnos un café en aquel pueblo. La calle principal de Empalme Olmos debe de tener unas 6 o 7 cuadras... y con 5 bares en dicha calle, creo que se convierte en el pueblo con más bares por metro cuadrado del país.
Luego de comunicadas mis intenciones a Ana, comenzamos a buscar el primer bar que hubiera cerca.
Este establecimiento comercial (entiéndase bar) correspondía al tipo de "bar de borracho"... tres mesitas en un amplio espacio, una mesa de billar con la bola blanca en medio y los pinitos parados, 4 parroquianos jugando al truco y el cantinero en la barra charlando con un cliente que tomaba un vaso de grapamiel...
En eso entro, me dirijo a la barra y le pregunto al cantinero. - ¿Café, tenés?
A lo que me respondió que no con una sonrisa entre sorprendido y divertido...
-Gracias, le respondí y seguimos al siguiente bar...
Otro "bar de borrachos", con los parroquianos jugando al truco, la mesa de billar vacía, el cantinero con cara de "no banco nada"...
Nos acercamos a la barra con Ana, a lo que los veteranos que jugaban al truco levantaron la vista ( es que Ana no está nada mal), tomé un asiento en la barra, Ana se sentó al lado e hice la estúpida pregunta - ¿tenés café?
- No, respondió el cantinero que volvía la vista hacia la tele, que estaba transmitiendo un western en blanco y negro...
En ese momento caí... yo era algo así como el pelotudo que entra de vaqueros rosados a un saloon se sienta ante la mirada de todos los demás cowboys y pide un vaso de leche...
enseguida dije: - Bueno, entonces dos grapamiel...
Creo que en ese momento los parroquianos de la mesa de truco volvieron su vista a las cartas y continuaron el juego...
Ana dijo que no quería y bueno, tuve que tomarme la grapamiel, que estaba un tanto aguada, no se, estaba rara... pero bueno, terminé la bebida, pregunté donde hay una panadería en la vuelta y terminamos comiendo bizcochos con Pepsi en la estación de trenes. Ana pidió su colet... y luego de un intenso frío emprendimos el regreso a casa...
A pesar de que no hay un lugar donde tomar un café en Empalme Olmos, el pueblito es lindo (al menos para mi) un buen destino para hacer un viajecito en tren un día en que se suponía debía estar contando dinero en mi laburo de mierda... (espero que mi jefa no llegue a leer esto....jeje)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

che ya lo conseguiste, como esta?, guardame una "copia" (entre parentesis porque copiaar discos es ilegal)
Porro
PD: como veras sio con lo de escribir sin tildes

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

pah...
a la mierda
qué lindo recordar eso, de veras. uno llega de casualidad, inadvertido, y se encuentra con esto. fuerte eh

espero que faltes más a menudo al laburo para hacer ese tipo de viajes y luego contarlos.

un abrazo grande y saludos a ana

diego

Nico dijo...

muy lindo sapito

Anónimo dijo...

Estación Central - ¡Reapertura YA!
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