jueves, mayo 25, 2023

Es ese vacío antes de dormir

 Es ese vacío antes de dormir

En lo personal este 20 de mayo me encontró con mi hijo mayor de 11 años en la ciudad de Paso de los Toros, estábamos de viaje hacia el norte y la idea era parar en algún lado para participar de la marcha.

Apenas llegamos nos saludamos con las personas que allí estaban y nos dieron una foto a cada uno, a Joaco le tocó la de Blanca Altman. La miraba con curiosidad. Blanca tenía 26 años cuando fue secuestrada en Buenos Aires, donde se había radicado luego del Golpe, y estaba embarazada de 3 meses, trabajaba y era estudiante de sociología.

Allí más de cien personas caminamos por la Avda 18 de Julio de Paso de los Toros, tomando luego la avda. de acceso a la ciudad hasta la plaza principal.

Mi hijo iba haciendo preguntas, en cada pausa que se realizaba luego de decir los nombres de nuestros desaparecidos y el posterior "presente", Joaco lo decía fuerte, charlamos un poco y le fui contando lo que sabía de aquella dictadura en la que nací y hasta mis dos años, de los desaparecidos, de nuestro Oscar Baliñas.

¿Nosotros también somos familiares?

De alguna forma si, le digo. Le conté de los padres de mis amigos Diego y Daniel, que habían sufrido la tortura y la detención pero que habían podido salir.

¿Cómo hacemos para que esto no pase más? me pregunta serio. Tenemos memoria, y seguimos marchando los 20 de mayo le respondo.

¿Y si vuelve a pasar?, ¿Qué hacemos? pregunta de nuevo.

Se van con tu madre vos y tu hermano a algún lugar seguro y luego vemos, le dije.

- ¿y vos? me pregunta.

Llegamos a la plaza y sonaba la memoria, de León Gieco.

Mi niño se sienta en el piso abrazado a Blanca, mientras se leía la proclama de familiares. Para cerrar el acto se dio lectura a un poema escrito por Joaquina Goycoechea, nieta de Gustavo Goycoechea, un isabelino desaparecido.

¿Cómo le sigo respondiendo sobre ese horror que apenas si puedo imaginar?

Fuimos a cenar, mientras las preguntas seguían y sus ojos cansados se fueron cerrando.

Esa noche fue la primera vez que fuimos juntos a la marcha con mi niño, siempre por un motivo u otro él quedaba en casa, esa noche dijimos "presente" juntos.

El ciclo de la tortura (Joaquina Goycoechea)

Mi abuelo era un hombre inocente

que su única arma era su distinta forma de pensar.

Laura, mi abuela que acababa de experimentar el nacimiento de su primer y único hijo.

Estos padres primerizos que fueron juzgados injustamente

por el gobierno de ese entonces.

Somos tantos los que queremos la verdad.

Las familias que siguen sufriendo.

La tortura que no termina.

Esos hombres encarcelados

que continúan sintiéndose poderosos

por tener la verdad y no decirla.

Las fotos en blanco y negro.

Que nos persiguen todavía.

Y esa flor que nunca estará completa.

El sentimiento de que algo falta.

Es ese vacío antes de dormir.

Las veces que dudé si se podía seguir.

Los carteles de verdad y justicia.

Que me deprimen, que ya la verdad se está convirtiendo

en anhelos o deseos inalcanzables.

Que se ven tan lejanos ahora.

El terror que nunca se sepa la verdad.

Que los últimos dictadores caigan

y la verdad muera con ellos.

Mi deseo de conocerlos, de saber.

De saber si soy parecida a ella o si tengo los ojos de él.

Las preguntas que me hice toda la vida:

¿Cómo eran?

¿Cómo sería tener la familia completa?

¿Porqué separar a un bebé de sus padres?

¿Qué hago con los días festivos?

Que, aunque sean comerciales duele que no esté conmigo.

Agradeciendo un año más a todos los que alzan su voz,

para gritar "presente" una vez más.

Las marchas anuales,

que hoy llamamos marcha del silencio.

Que más que silencio se escuchan los gritos de familiares y amigos

pidiendo la verdad un día más.

Y entender que el único silencio

es el de los corazones de las víctimas,

y el de aquellos que callan la verdad.

Comprender que lo único que me queda es imaginarlos.

Como seres de luz.

A los cuales encontraré, del otro lado.










miércoles, octubre 05, 2022

De vinilos y recuerdos

 La noche caía en Playa Verde, un pequeño balneario de la costa uruguaya en el invierno de 2008. 

Era de fumar en la cama mientras escuchábamos un vinilo.

Ya con veintilargos fue la primera vez que de veras oía un disco de Alfredo Zitarrosa y a mi lado estaba la señorita que ha sido mi amor frustrado por causas atribuibles únicamente a mi.

Ella dijo, Zitarrosa es tan profundo, con una voz con un dejo de melancolía y tristeza.

Y terminó el disco, y éramos felices, y yo no sabía nada de todo lo que vendría después.

Esa noche tuve una conexión con la música escuchada de a dos que raramente volvería a encontrar.

Y nos fuimos a la cama e hicimos lo que dos personas que se quieren hacen en una cama, y todo lo demás vendría después.


Este es el disco, y cada vez que escucho a Don Alfredo vuelvo a esa noche, y a esa mujer.



lunes, agosto 29, 2022

¿Quién es Stella Tejera?

 Quienes compramos libros en la feria, la mayoría de las veces usados muchas veces nos encontramos con la firma o alguna seña de los anteriores propietarios de ese nuevo libro que encontramos.

Hace unos días encontré un librito de Morosoli con cuentos y dentro venía un nombre de mujer, Stella Tejera. Vaya uno a saber porque me dio más curiosidad de la normal cuando me encuentro con la firma de la persona anterior en un libro. ¿Habrá sido la caligrafía? ¿alguna cuestión sobrenatural de viaje en el tiempo o de vida pasada? (por si acaso, a no preocuparse que esto jamás será un Paulo Coelho o Brian Weiss). 

El libro fue editado en el año 1970, yo aún no había nacido, está bastante maltrecho (no negaré aquí el parecido).

¿Quién es o fue Stella? Porque mal o bien compartimos algo, que es el gusto por los cuentos de Morosoli, así que he aquí nuestra conexión cósmica, jejeje.

¿Nos habremos cruzado en algún domingo de feria mirando los mismos libros?

¿Habrá muerto siendo joven? No se me ocurre otra forma que no sea esa, o haber regalado el libro para que uno de Morosoli termine en un puesto de feria.

¿Quienes son esas personas que sintieron la necesidad de dejar su nombre en un libro que nos gusta? ¿Alguna vez tomaremos un café juntos y me lo contará?

Continuará... o no.



domingo, julio 17, 2022

Un viaje

 Tendríamos entre diez y doce años, parte de nuestra diversión consistía en hacer jodas telefónicas, como cualquier niño de bien. Pero aquella tarde rompimos algo más que parte de nuestra infancia, rompimos una ilusión.

La cosa es así, planeamos la joda, que iba a ser llamar al azar a cualquier teléfono (fijo, obvio) y decir a la persona que llamábamos de un programa de Omar Gutiérrez (programa variado uruguayo que iba desde el mediodía hasta la tarde de lunes a viernes en aquellos tiempos).

Lo que no teníamos muy en mente era como seguir la broma, y mucho menos, como terminarla.

Fede intentó primero y nadie le atendió, así que me tocó a mi el turno, marqué los números al azar y me atendió lo que parecía ser una señora de pasados los 50.

Atiende, le digo:

- Hola señora, llamamos del programa de Omar Gutierrez para decirle que se ganó el viaje!!!

Pongo el auricular hacia el grupo de amigos y todos se ponen a aplaudir, a silbar, etc. en gran algarabía por el premio.

- ¿En serio? me dice la mujer con voz emocionada.

- ¡Claro que si señora! digo con voz de conductor de programa televisivo, ¡ganó! ¡ganó!

Seguían los aplausos y la algarabía en el falso estudio de televisión.

La mujer gritaba en el auricular, festejaba.

- ¡Gané! gritaba para el resto de su casa, ¡gané!

Yo la seguía arengando:

- ¡Ganó señora, ganó el viaje!

La mujer seguía contenta, su felicidad atravesaba el cable y me pegaba en el corazón, y en ese segundo me iluminé sobre como iba a terminar aquella llamada telefónica.

- Gané, gané seguía la mujer en una alegría brasilera.

- Ganó, ganó le respondía yo con una alegría fingida.

- ¿que gané? pregunta finalmente.

- Un pasaje a la puta madre que la parió y corté.

Todos en el living de mi casa se retorcían de la risa, a mi me empezó a entrar un sentimiento de culpa inexplicable.

Nunca más pude sacarme de adentro como aquellos segundos larguísimos de felicidad fueron arruinados por un pelotudo de entre diez y doce años que le hizo una llamada aquella tarde.




domingo, julio 10, 2022

¿estás bien?








Hacía un tiempo que no pasaba la noche con alguien, y esa noche en particular la vida parecía dar otra oportunidad en esas cuestiones de a dos.

Escuchamos música, charlamos, cenamos, reímos, tuvimos sexo (ella no acabó, yo por cuestión de principios, o más bien de finales, me abstuve) y caímos dormidos mientras afuera empezaba la tormenta.

Soñé con una señorita del pasado, estaba como en una especie de torre gigante, con escaleras de piedra en caracol que subían perdiéndose en la oscuridad. Ella iba más adelante, no la veía, pero sabía que huía de algo muy siniestro (y no era yo).

Subía lo más rápido posible, pero solo escuchaba su voz pidiendo ayuda.

El sueño siguió lo que dura una eternidad, no podía salirme, hasta que desperté en la oscuridad de una habitación desconocida, tendí la mano en la cama, me acerqué a la mujer que dormía a mi lado y le pregunté: - loquita, ¿estás bien?

Pero aquella señorita no era la que corría escaleras arriba en mi sueño.

Por suerte creo que no me escuchó, o al menos eso pareció.

Me acosté boca arriba y escuchando la tormenta afuera, viendo las gotas caer en el vidrio y el viento soplar con fuerza y la noche de repente se volvió un lugar tan solitario y triste.

martes, junio 28, 2022

Revólveres y rosas, Socio

 Queridas, queridos, siguiendo con los mejores videos de la música uruguaya hoy nos toca un temazo de Socio, con un video muy bien producido que acompaña impecable.



miércoles, junio 01, 2022

Uno de los mejores discos del 2021, Ni tu, ni vos - Zambayonny y Rafa Pons

 Queridos, queridas, hacemos una breve pinchada por uno de los mejores discos de aquel extraño 2021 en el que la vida se nos puso en un stand by rarísimo que empezó un año antes. Discos como este, libros y una dosis de "irresponsabilidad" de salir a tomar una y ver a los amigos para esquivar un poco la locura colectiva fueron lo que nos salvaron.