sábado, septiembre 08, 2007

el sombrero por dentro

Aca les dejo con otro de mis cuentos...



El sombrero por dentro



- ¿Magia? Eso es solo para idiotas, dijo el padre mientras cambiaba de mano la lata de cerveza.
- Pero papá, el mago solo va a estar por esta noche, por favor papi. Rogaba Marcos, un niño de 12 años un poco bajo pero bastante persuasivo.
Continuó intentando convencer a su padre, que en ese momento veía perder a su equipo estrepitosamente a través de la pantalla de 21 pulgadas. Y todo esto recién a media tarde.
El mago en cuestión era el Gran Martino. Un tipo de unos 50 años, flaco y casi pelado que de “Gran” tenía poco. No era un mago reconocido. Luego de un par de años de intentar hacer carrera solo le dieron como recompensa unas cuantas acusaciones de fraude y desde entonces recorría las pequeñas ciudades de todo el país previo cambio de nombre artístico hasta que llegó al pueblo en que vivían Marcos y su familia.
En otrora la ciudad, luego devenida en pueblo contaba con unos 700 u 800 habitantes. Allí todo lo que uno podía hacer era nacer, ser leñador, policía o funcionario público, sentarse a mirar partidos con cerveza en mano, envejecer y morir. Ocasionalmente el pueblo se mostraba vivo por la llegada de algún que otro ilustre desconocido como el caso de nuestro mago.

-Vamos papi, solo un rato. Es un mago, continuó Marcos, como si el hecho de que un mago visitara la ciudad fuera a impresionar a su padre, más preocupado por asuntos como que se le estaba terminando la cerveza y aún no acababa el partido.
- Ah... un mago, que gran cosa... Quizás puedas pedirle que nos haga desaparecer de este pueblo de mierda, dijo el padre riendo entre cortos ataques de tos.

Mamá fue quien finalmente tomó cartas en el asunto convenciendo a su esposo de asistir a la función, no sin antes tener que prometerle algo de acción para aquella noche.

La hora llegó y todo el pueblo estaba reunido en el gran parque. La gente estaba ansiosa. El viento levantaba las hojas en la templada noche de otoño cubriendo el suelo y volviéndolo a descubrir según sus caprichos.
El padre hizo fila, compró las entradas y mientras Marcos corría hacia los asientos aprovechó para tocarle el culo a su esposa.
- Espero que recuerdes lo que me debes le dijo con su peor voz de alcohólico anónimo.
Seguramente se quede dormido apenas se acueste pensó la mujer para adentro sin poder evitar una sonrisa burlona.

La función comenzó.
El mago vestido con traje de etiqueta inauguró la noche con veinte minutos de juegos de cartas, prosiguió sacando conejos de galeras y otros trucos varios de mago corriente.
Marcos miraba fascinado cada una de las escenas, mientras su padre no hacía más que desacreditar al pobre mago.
La noche avanzaba y se acercaba el momento del truco final. Una linda chica, la asistente del mago sería desaparecida del escenario. Las luces bajaban de intensidad a medida que el público se sumía en el más absoluto silencio. Excepto por el comentario de algún borracho que había asistido con su esposa y su hijo de 12 años, que en un importante volumen decía cosas como: A ver si haces aparecer a la pendeja en mi cama y la cambia por la vieja con la que me casé y otras estupideces varias que eran secundadas por los idiotas del pueblo.

El Gran Martino entre tanto continuaba impasible sobre el escenario mientras se preparaban las cosas para el acto final.
La linda chica entra a una caja de un metro ochenta de altura, vestida para la ocasión.
- Mamá, ¿a dónde va la gente cuando desaparece? Preguntó el niño con el corazón en la boca.
- No lo se hijo...
La caja se cerró y al abrirse nuevamente estaba vacía, ninguna linda chica estaba allí.
La gente se puso de pie aplaudiendo ruidosamente.

El Gran Martino rompió el silencio por primera vez en la noche y con voz grave y áspera dijo: - Ahora elegiré a alguien del público para repetir el acto.
Luego de observar al público se detuvo en el padre de Marcos.
El borracho con paso tambaleante y riendo se acercó al escenario.
- Eres un fraude, le dijo al mago que por la cercanía ya notaba el olor a alcohol.
Martino lo llevó a la caja y cerró la puerta. Al abrirla no había nadie.

El borracho desaparecido levantó la vista. Se hallaba en un cuarto completamente oscuro. Tropezó con algo y cayó al suelo.
A lo lejos una tenue luz alumbraba a la asistente del mago... El hombre se acercó.
- Eh pendeja, ¿dónde estamos?
- Donde van las personas que desaparecen contestó la chica.
El hombre se acercaba lentamente mirando el culo a la chica que ahora estaba de espaldas.
- ¿Y donde está tu jefe? El mago ese de cuarta...
- Muy lejos, contestó la chica en voz baja.
- Entonces estamos solos, decía el hombre mientras comenzaba a tocarle las piernas a la linda muchacha hasta que llegó a su culo, donde se detuvo un rato mientras le besaba el cuello sin ninguna delicadeza.
Entre sollozos ella pedía que se detuviera. El hombre la tomo por la cintura quitándole de a poco la malla que tenía puesta, apretando sus tetas con insistencia.
- Vamos pendeja, tengo un lindo truco para enseñarte, dijo el hombre tirándola de espaldas y quitando la poca ropa que les separaba. La chica no opuso resistencia.
Sus llantos de niña hubiesen deshecho a cualquiera, menos al padre de Marcos.
Mientras la violaba se daba cuenta de que sus sollozos no hacían más que calentarlo.
Quería verle la cara.
- Date vuelta putita , le dijo
La chica giró unos ciento ochenta grados. Cuando el hombre acercó su boca con aliento de borracho a la boca de la chica, notó pelos en su cara, pero ese detalle no lo detendría. Y así, siguiendo con la cuestión terminó con la chica en pocos minutos.
Una luz se encendió encima de ellos. Al principio lo deslumbró. Cuando sus ojos se adaptaron a la nueva iluminación, bajo la vista para admirar mejor su obra.
Enseguida intentó levantarse, pero la chica lo retuvo con una fuerza increíble.
- Vamos, ¿no querés que te la chupe también? Preguntaba la muchacha en tono burlón.
El hombre estaba asustado. De la cabeza de la linda chica ahora salían dos largas orejas, pelo blanco y una pequeña naricita que se movía rápidamente. La chica tenía una cabeza de conejo...
El hombre se puso en pie y empezó a correr sin dirección.
- ¿Vamos, no me querías coger? Ahora si que podemos nene. Gritaba la chica con voz chillona.



El hombre abrió los ojos. Estaba en la cama.
Amaneció y el día transcurrió normal.
En la tarde tomó una lata de cerveza y se dirigió a su sillón para ver el partido. Todo se le antojaba irreal. A media tarde cayó su hijo Marcos, quería que le llevara a ver a un mago que venía al pueblo.
- Está bien contestó con cara sombría, mientras veía perder a su equipo estrepitosamente.


Al llegar las diez de la noche, el mago comenzó la función. Al hombre todo le parecía extrañamente familiar, pero no lograba sacar de dónde.
Llegó la hora del acto principal. El Gran Martino haría desaparecer a su linda asistente.
Todo parecía extraño, desde que había despertado todo el día fue un dejá vou continuo.
La chica desapareció y el mago pidió un voluntario para repetir el truco. Todo el mundo estaba en silencio. Sin saber porque el padre de Marcos se puso en pie y se puso a andar hacia el escenario. El Gran Martino lo llevó hasta la caja, pero antes de cerrar la puerta, le dirigió una sonrisa macabra. El hombre recordó el sueño, había sido tan real... Mientras la puerta se cerraba el mago murmuró en voz baja, - ¿con que un fraude no? Y cerró la caja con un golpe seco.
El hombre abrió los ojos. Estaba en una habitación oscura. A lo lejos una tenue iluminación dejaba ver a la asistente del mago que se acercaba lentamente. La luz iluminaba sus largas orejas, sus pequeñas y redondas tetas y las increíbles piernas.
El hombre empezó a correr sin saber adonde iba.
Cada vez más cerca la chica gritaba con voz chillona:
- Vamos, ¿no querías cogerme? Gritaba riendo como solo los locos saben reír.


El Gran Martino abrió la caja. Allí no había nadie.
- Mamá, ¿a dónde van las personas que desaparecen? Preguntó Marcos con curiosidad.
- No lo se hijo, no lo se...

1 comentario:

Coriano dijo...

Lo mejor del Blog, sin duda.