martes, septiembre 11, 2007

Cuento enAno

Y ahora señoras y señores... damas y caballos... y animales varios... publicaré lo que ningún otro blog se atreve a publicar... el 2do cuento de Martín. En esta ocasión se trata del cuento enAno... para que seguir escribiendo al respecto... les dejo con el mencionado cuento. Abrazo para todos



Cuento enANO.


Era una tarde lluviosa de fines de verano, cuando Manolo se tocaba el ano; ano este que era muy peludo, y mientras tanto tiraba la mugre al felpudo. El felpudo, amigo receptáculo de todas las piezas corporales inertes de pies, culo y cuerpo en general, era verde y peludo, y contaba con cinco capas de tierra añeja…del ano de Manolo.

Manolo era un pajero de primera, haciéndole honor al nombre. Se levantaba a las seis de la mañana diario, tan sólo para pajearse. Arte este que cultivo y extendió a límites impensados: lo hacia a mano llena, con las yemas de los dedos, a mano invertida, a mano cambiada, con la mano por debajo de la asentadera…en fin, sus técnicas innovadoras llenarían un libro (que no es este). Pero el meOLLO del asunto es que por más técnica nueva que fuera, el placer no aumentaba, y Manolo, que ya contaba 30 años de manuela, por vez primera tuvo el impulso destructivo: pensó en cortarse la chota.

La chota. Más que pene, era un mutante maleable que durante los años fue adoptando diferentes formas, colores, tonalidades no uniformes, oscureciéndose hacia dónde la fuerza de la manaza de Manolo era mayor. Era un miembro despromediado de 24 x 4cm, el cual agradecía tanta atención con una mirada de cariño de su ojo iz…de su ojo. Sin embargo, al pasar el tiempo, la frustración PErenNE en el rostro de Manolo y su expresión iracunda, fueron haciendo pensar a “manolito” que algo no andaba bien.

Una vez gestadose hubo el impulso asesino, Manolo planeó escrupulosa y fríamente cómo iba a hacerlo. Lo haría con un hacha corta pavos extragruesa, hecha con acero, muy filosa. La fatídica fecha estaba fijada, y no cambiaba: esa misma noche Manolo acabaría con su frustración, con su pito y con su vida.

Llegó la hora, cuando sigilosamente Manolo introdujo su pulgar en el cierre y luego de noquear a su víctima con una cachetada, la verdugueó: Manolo ya era eunuco.
Y colorín colorada esta chota está terminada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

eh bueno, qué decir, no soporto ver un "0 comentario" para tan sutil y delicada obra.