La vecina
solo lava la ropa cuando llueve, y la cuelga mientras cae la llovizna. Yo creo
que no es normal, pero me pasa lo mismo con la madre de mis niños y con varias
ex. No, no que laven la ropa cuando llueve, más bien lo otro, que no están bien
de la cabeza.
Estoy
sentado en un Burger King con mi niño, comiendo hamburguesas con papas fritas (¿que
más sino?). En la calle, en la vereda de enfrente un flaco con pinta de haberse
esnifado e inyectado toda la droga del mundo está sentado pidiendo monedas, con
la vista perdida y vidriosa enfocada al medio de la avenida, o a la nada misma.
Con Joaco
charlamos un rato mientras un poco de ketchup se desliza por la comisura de su
boca. Está contento, estoy contento, estamos bien.
Se acerca
una empleada del Burger, yo estaba ojeando la Orsai recién comprada de segunda
mano justo en la página de una ilustración de tetas, cambio de página.
Nos
pregunta como estuvo todo, muy rico respondemos. La señorita nos da charla,
como si le pagaran para ello (y si, parece que es para eso que le están
pagando), de todos modos es muy simpática, nos sigue charlando y me pregunta si
quiero echar un polvo en la parte de atrás de la cocina, entre cajas de hamburguesas,
le respondo que claro que si y cuando voy a pararme caigo en la cuenta que no
dijo eso, que en realidad preguntó si quería llenar una encuesta por celular.
Error el
mío, ya le había dicho que si, siempre tuve problemas para decir no a las
señoritas lindas y simpáticas.
Me instruye
sobre como entrar a la aplicación, empieza la encuesta, ella me guía como si
fuera yo más tarado de lo que en realidad soy, se arrima un poco, yo me dejo.
Casi estamos pegados.
Demoro un
poquito cada vez que respondo la pregunta, las leo como si de veras me
importara, ella me ayuda. Se arrima un poco más, yo sigo pensando en ese polvo.
Ella decía que si prefería las hamburguesas o las papas. Al ratito me dice:
Terminamos, me reí. Yo todavía no, casi le respondo.
Nos
agradece mucho, la despedimos. Vuelvo un rato más a mi revista, mi niño termina
de comerse los hielos del refresco.
Miro hacia
la vereda de enfrente y allí está el flaco hecho pelota, ahora tiene un cigarro
en la boca. ¿Cómo carajos hizo para llevarse un cigarro a la boca? Omití
contarles que el tipo no tiene brazos, nada, desde los hombros no sale ninguna
extremidad. El cigarro está apagado, me imagino que cae un rayo del cielo y se
lo enciende. Pero no, lo escupe apagado. Obvio, no podía prenderlo.
Pobre
flaco, no puede prenderse un cigarro, acto seguido pienso, ni hacerse la paja.
2 comentarios:
Fue anécdota o paso de verdad? Está genial el relato.
jajajaj, esa es una pregunta muy comprometedora, que será elegantemente esquivada. gracias por estar!!!
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