domingo, septiembre 11, 2016

Nirvana Unplugged, 1994 . 90 discos de los noventa, cap.4

Corría el año 95 o 96 y mis trece o catorce años me traían con alteraciones hormonales como a cualquiera.
En el barrio, la hermana de una amiga, de un desarrollo bastante avanzado para su edad era el objeto de deseo de la población adolescente del edificio. Una delantera digna de Suarez y Messi, que no viene al caso.
El punto es que en ese tiempo fuimos de viaje al Chuy con la familia, entre alguna Hering, Garotos, ticholos, medias y calzoncillos se filtró la primera compra que recuerdo haber hecho como regalo para una dama, el casete pirata del Unplugged de Nirvana, yo sabía que a ella le gustaba y pensé en hacer mi inauguración de intento de levante con el mencionado artefacto, así como también el disco de Mamonas Assassinas comprado por mi viejo, que ya tendrá algún lugarcito quizás en esta lista. Finalmente no me dio el cuero, el unplugged quedó en casa y pasado un tiempo lo empecé a escuchar, el ambiente lúgubre que daba la cinta pirata y su baja calidad me conquistaron, con una especie de encanto que trascendía al mal audio.
Así conocí a Kurt, Krist y Dave (amén del resto de los que estuvieron allí), época en que internet ni se pensaba como algo cotidiano, para mi Nirvana era eso y me gustaba.
Luego vino el conocimiento de todos los demás discos, de la historia y todo lo demás.
Pero bueno, la elección de este álbum es más bien eso que nos queda con el primer disco de una banda que nos gusta que oímos, ese disco que se queda un poco con uno, deja una marca y empieza a formar parte del soundtrack interno.
Si bien no es un disco de estudio (y quizás si sea hacer un poco de trampa a este listado), es la muestra de todo lo que podía sonar la banda, transmitir y deja esa interrogante de cuanto más podría habernos dejado de no haber terminado el Kurt como terminó.
Por un lado esa anécdota... por el otro, la leyenda que cuenta del grito de arriba Peñarol en los aplausos al final de Oh me! y si, es verdad, hay que prestar mucha atención, escuchar con auriculares, o pegar el oído al parlante y entre los aplausos y gritos, se encuentra el señor manya que deja la marca indeleble en uno de los discos más importantes de la historia del rock, uno de los mejores unplugged, sin duda, orgullo del carbonero grunge, que hizo que junto a esa noche, quedara inmortalizada la presencia en el recinto de probablemente dos de sus mayores pasiones, Nirvana y el aurinegro.
Así que por todo esto, salud al manya que jamás ha reivindicado su autoría en este hecho, que si supiéramos quien fue, correría con el grabador a entrevistarle y a pedirle que al menos una vez más nos grite el "arriba Peñarol" que dejó en el oído de todos, incluído el Kurt y registrado hasta el final de los tiempos en este Nirvana MTV Unplugged.



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