viernes, mayo 16, 2008

Mi barrio tenía algo

Estimados visitantes de este planeta... a continuación les dejo con uno de los cortos de Gabriel (uno de los cuentos, claro está)... Todavía te debo la respuesta... entre Piriápolis - Pque. del plata y Mvdeo me despido con un abrazo pa todo el mundo... Ya volveré... (en tono de amenaza)




MI barrio tenía algo.


Mi barrio tenía plazas, niños jugando al fútbol, palomas, charcos, novios, mugre y personalidad. Recuerdo que en las noches de miércoles casi nadie andaba en sus calles, solo unos pocos vagos que nos escondíamos para fumar un porro y tomar unos vinos. Siempre estaba cerca el fresco olor del mar. Pasábamos horas con los pibes hablando de tonterías, tonterías que llegado a un punto siempre tenían un sentido moral, fugaz, pero moral al fin.
Mi barrio tenía calles, sigilos, música, deporte, viejos que solo sabían gruñir, traficantes, inocencia y soledad. Me encantaba caminar por sus calles y encontrarme con la casa de una antigua novia, me gustaba cuando llovía y con una pelota y las ganas jugábamos un partido de fútbol en el potrero (más emocionante que una final del mundo), adoraba pasar por aquel árbol que desprendía fragancia de libertad. De noche cuando volvía enojado, por lo general iba pateando piedras; al otro día, esas mismas piedras observaban mi andar, y a pesar de haberlas pateado ellas estaban de nuevo ahí esperando la patada, eran las únicas testigos de la individualidad.
Mi barrio tenía mentiras, ladrones, bellezas, riquezas, pobrezas, partidos clásicos y hermandad. Cuando festejábamos las calles se llenaban de colores, banderas, fuegos artificiales y mucho alcohol. La gente pobre pasaba mirando como los ricos, con sus lujosos coches y con el vaso de whisky, disfrutaban de su vida. Ellos, sin embargo, buscaban algo que les ayudará a alimentar a su familia. ¿Te acordás como la luna iluminaba el mar? La gente se peleaba por ingenuidades. La gente sabía como caminar.
Mi barrio tenía lluvia, grafitis, escuelas, drogas, trueques, bares y maldad. Cuando el viento de invierno pasaba por las calles, los árboles se sacudían dejando sus hojas sobre la tierra. Los piropos nunca faltaban, eso no. En verano había movimientos de vida, ansiedad y alegría. Teníamos anécdotas de héroes, pelotudos, muertes y hostilidad. El barrio llega a todo el mundo, a veces se oyen rumores lejanos de él, es un barrio internacional.
Mi barrio tiene un recuerdo. Es la imagen de vos y yo caminando en la oscuridad, agarrados de las manos, perdiéndonos como dos niños en navidad.

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