jueves, febrero 14, 2008

El país de octubre...

Este es el primer refrito de este blog... creo que la tercer entrada publicada y bueno, como se que muchos se espantan al empezar a leer esto, mucho menos llegaran a tan tempranas épocas así que...



Para quien le guste lo que hace Ray Bradbury este libro (el país de octubre) va a ser algo así como encontrar un tesoro. Es un libro de cuentos que quizás no sea tan conocido como otros del autor, pero que en el tipo de climas en que se desarrollan está muy bueno.

Lo descubrí una tarde que estaba en la biblioteca nacional haciendo un largo trabajo para el IPA sobre unos pueblos misioneros del 1700 y en un momento de pudrición busqué algo más para leer... debo decir que el lugar en que me encontraba, la biblioteca, la oscuridad alrededor y la mesita iluminada, invitan a leer y sumergirse de lleno en lo que sea que uno lee, y así fue que conocí al libro... Años más tarde, hablando con Gabriel (el paja), tipo que lee y mucho, le conté del libro, que no había terminado de leer aquella tarde en la biblioteca y el lo consiguió... y antes de irse para España me lo dejó encargado. Es un libro al que se aprende a tomarle mucho cariño. al menos así me pasó, además del valor agregado de que me lo legó un amigo que ahora está lejos.
Les dejo con las primeras líneas del libro y a modo de introducción.



El país de octubre

.... el país donde siempre está haciéndose tarde. El país donde las colinas son niebla y los ríos neblina; donde el mediodía pasa rapidamente, donde se demoran la oscuridad y el crepúsculo, y la medianoche no se mueve. El país que es principalmente sótanos, subsótanos, carboneras, armarios, altillos, y despensas alejadas del sol. El país que habitan gentes de otoño, que solo tienen pensamientos otoñales. Gentes quue pasan por las aceras desiertas con un sonido de lluvia...

2 comentarios:

monyquiya dijo...

comente el dia es gris en el otro libro. repito que su historia es excelente.

Coriano dijo...

Este libro es de los buenos...
Es uno de esos libros que no son para que la luz de todas las vistas lo iluminen, he ahí su valor. Yo soy el legador (si es que se dice así) y les recomiendo que lean este libro, una tarde de domingo con la llovizna cayendo en el pasto, en donde el gris es el único horizonte visible. Mónica pifeaste...