sábado, febrero 28, 2009

hermana duda

Como andan estimados?
Era solo para colgar una letra que se me antoja bastante buena, del Jorgito Drexler... y depaso recomendar el disco 12 segundos de oscuridad... en fin,
un abrazo

link pa descargar el disco
http://rapidshare.com/files/193787657/FotosfaroUR.rar

Hermana Duda

Jorge Drexler


No tengo a quien rezarle pidiendo luz,
Ando tanteando el espacio a ciegas.
No me malinterpreten,
No estoy quejándome.
Soy jardinero de mis dilemas.

Hermana duda,
Pasarán los años,
Cambiarán las modas,
Vendrán otras guerras,
Perderán los mismos
Y ojalá que tú
Sigas teniéndome a tiro.

Pero esta noche, hermana duda,
Hermana duda, dame un respiro.

No tengo a quien culpar
Que no sea yo,
Con mi reguero de cabos sueltos.
No me malinterpreten,
Lo llevo bien,o por lo menos
Hago el intento.

Hermana duda,
Pasarán los discos,
Subirán las aguas,
Cambiarán las crisis
Y pagarán los mismos
Y ojalá que tú
Sigas mordiendo mi lengua.

Pero esta noche, hermana duda,
Hermana duda, dame una tregua.

Hermana duda,
Pasarán los años,
Cambiarán las modas,
Vendrán otras guerras,
Perderán los mismos
Y ojalá que tú
Sigas teniéndome a tiro.

Pero esta noche, hermana duda,
Sólo esta noche, dame un respiro.

domingo, febrero 15, 2009

Sobre un reportaje a Galeano

como están todos? quizás en este domingo el día aparece más iluminado que de costumbrey se me dio por postear una cantidad de cosas... un nuevo record en este limitado espacio mental. Pero bueno, a no andar pregonando por ahí un derroche de inspiración que esto no es más que otro cyber hurto de otro sitio mejor que el mío... pero como creo en esa basura de que internet debe ser libre y todo eso... lisa y llanamente lo sustraje. Si acaso y un poco la poca descencia que me queda... hasta pondré la dirección del sitio donde lo saqué... www.radiomontaje.com.ar
A continuación, un relato pseudo entrevista a Galeano, que está bastante lindo



"El hombre mata callando"
Sobre un Reportaje a Eduardo Galeano
por Andrea Stefanoni

Una periodista amiga me invitó a entrevistar a Eduardo Galeano. Era lunes. A las siete de la mañana salía el barco hacia Montevideo. En tres horas cruzaríamos el río para encontrarnos con el autor de Las venas abiertas de América Latina, El libro de los abrazos y Patas arriba. La cita era en un bar muy antiguo llamado El Brasilero, todo revestido en madera, con retratos que colgaban de las paredes, algunos del propio Galeano. Llegamos temprano, recorrimos las calles de la zona del puerto. Comimos el infaltable chivito al plato uruguayo. Llegamos al café El Brasilero un rato antes de la cita. A las tres en punto llegó él, se acercó a la barra y saludó a las camareras y a los mozos. Cuando se dio vuelta le hicimos una seña, tímidamente, avisándole que estábamos ahí. Se acercó y nos saludó. Nos cambiamos a una mesa que daba a la calle, que es su mesa referida. Enseguida vino el mozo con el pedido. Galeano apuró el exprimido de naranja, casi sin despegar el sorbete de sus labios. Empezó la entrevista. Galeano no dejaba de mirar el grabador, como preocupado. En un momento llegué a decirle que todo estaba bien, que no se preocupara, que la cinta estaba corriendo bien.
Entonces nos contó que una vez, en Brasil, le hicieron una entrevista en portugués para una radio, la entrevista duró casi una hora y cuando la periodista hizo la prueba con su grabador para ver cómo había quedado el sonido, se encontró con una grabación sobre la vida sexual de las abejas. Nos reímos. Le dije otra vez que se olvidara, que yo me ocuparía de mirar el grabador, que sólo una vez le podía pasar algo así.



Las venas abiertas de América Latina están cumpliendo 35 años. Galeano dice que es un libro con el que se identifica todavía en lo esencial, que el libro no estaba equivocado y que la realidad le dio la razón en lo que el libro de algún modo preguntaba. Si el subdesarrollo es una etapa en el camino del desarrollo o es una consecuencia del desarrollo ajeno, es la pregunta esencial que el libro formula, entonces da datos como para empezar a responderse que no, que un niño y un enano se parecen pero no son lo mismo, que esta no es la infancia del capitalismo sino una suerte de vejez precoz, un producto deforme del desarrollo. No hay ninguna riqueza que sea inocente, y la riqueza de pocos se explica con la pobreza de muchos, y viceversa.


"Sigo apostando a la posibilidad de que haya otras soluciones que no sean tan violentas como la violencia que el sistema de poder practica cada día destruyendo vidas humanas, mutilándolas, sometiendo a países de maneras a veces muy violentas, como cuando bombardea Irak, y de maneras también muy violentas pero que no hacen ruido, como cuando se impone el hambre a través de un plan de ajuste. El hombre mata callando."

Mientras miraba de reojo, con la obsesión de controlar que la cinta
corriera, Galeano nos contó que en el exilio, su hija tenía un hámster en la azotea y a él le daba mucha pena que esté enjaulado, entonces, un día que estaban por salir, sin que ella lo viera, le abrió la puertita de la jaula para que fuera libre y para que pudiera caminar por ahí. Cuando volvió, horas más tarde, "el hámster estaba ahí, arrinconado en el mismo lugar de la jaula, temblando de pánico, temblando del miedo a la libertad. La libertad da mucho miedo. Al hámster y a nosotros también."



"La democracia es un sistema que permite que el pueblo decida su historia, su destino, y eso no se ha realizado claramente en ningún lado, todavía. Todo lo que se avance en esa dirección es bueno, pero sin que eso implique el sometimiento a ninguna norma preestablecida de democracia, que va naciendo a medida que se va haciendo, y por lo tanto admite diferentes caminos, y en estos últimos años hay muchos movimientos que han puesto el acento con toda razón en lo que se llama participación popular, protagonismo democrático, tratando de extender el concepto de democracia más allá de lo que sería el derecho de voto una vez cada cuatro años, algo que es importante, pero la democracia no termina ahí. En algunas cosas se
ha avanzado, hay un desarrollo democrático de base mucho más articulado que el que había hace algunos años.


Las voces establecidas, las del poder, son una rutina del eco perpetuo. La gente que ha estado siempre marginada, que no ha sido jamás escuchada, que es la gente que yo creo que de verdad tiene cosas para decir, que vale la pena escuchar para que uno las transmita, las contagie, sea capaz de recrearlas. Las voces malditas, las despreciadas, las no escuchadas. Las que no son previsibles, son las voces que suenan en esas bocas que se supone que no tienen nada que decir. A veces hasta mis buenos amigos de la teología de la liberación insisten en decir que son la voz de los que no tienen voz, algo que me parece un disparate mayúsculo. Todos tenemos voz. Todos tenemos algo para decir a los demás. Para no ser mudo hay que empezar por no ser sordo.


La mejor definición que conozco sobre los medios de comunicación la leí en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires, en una pared que decía: Nos mean y los diarios dicen que ha llovido."

Galeano cuenta que cuando escribe las pequeñas historias las va tejiendo, "la palabra texto viene del latín "textum" que significa tejido, o sea que quien escribe, teje. Escribir es tejer. Cuando termino de escribir lo leo en voz alta y la música de las palabras me dice qué es lo que sobra y qué es lo que falta y luego la crítica de Helena, mi mujer, que es implacable, y que es también muy difícil arrancarle un elogio. A veces por error, o por distracción me elogia algo..."

Helena sueña muchísimo, es una máquina de soñar. Entra en la noche como si fuera un cine. Ella tiene sueños prodigiosos. Y yo lo que hago es robarle los sueños, porque los sueños míos son horribles, son sueños mediocres en los que pierdo un avión o tengo que hacer un trámite, son inconfesables, no puede haber un tipo que tenga sueños tan de mierda como los míos. En cambio los sueños de Helena son increíbles. El otro día soñó que estábamos los dos en la cola de un aeropuerto, donde están las máquinas que controlan los equipajes, y la máquina exigía controlar la almohada con la que habías dormido la noche anterior, la pasabas por una cinta y leía los sueños que habías tenido, la almohada guardaba los sueños de la última noche. Y Helena cuenta sus sueños en el desayuno para humillarme cuando empieza el
día, para que yo sepa cual es mi lugar en el mundo.

Nos despedimos con un abrazo en la vereda del bar. Caminamos hasta el puerto. Se largó a llover. Los relámpagos se reflejaban en el río. El barco parecía ir más lento que a la ida. Poco a poco nos alejábamos de Montevideo.


uno, dos, tres... trece (cuento)

Quizás aquella llamada no pareciera importante en ese momento. Simplemente una más del montón, algún borracho pegando a su esposa, un drogadicto inconsciente por sobredosis, algún imbécil cortándose las pelotas en honor a un dios desconocido, pero tan bueno como cualquier otro.

Tomé el arma, subimos al coche y acudimos al llamado.

El edificio era una mierda, un esqueleto de hormigón y hierro oxidado, con ladrillos colgando como trozos de carne del cuerpo de un leproso.

La noche no terminaba aún y esa era la peor hora. Toda la mierda pasa entre las 5 y las 7. Cuando los efectos de las sustancias se pierden, cuando la realidad te pega una piña en las bolas y miras alrededor y todo se cae, botellas por doquier, colchones en el suelo hechos jirones, los platos sucios en el fregadero, la basura saliéndose del tacho y en el mejor de los casos una mujer tirada medio inconsciente en el piso, con una botella de vino barato a medio tomar y cuatro más a su lado, vacías. Ahí es cuando uno abre los ojos y ve todo más claro, la hora de los suicidas. Un beso tierno en la frente de aquella desconocida que solo comparte las cosas buenas de la vida y un corte profundo en las venas, o el último salto desde el décimo piso. Esos tipos si que tienen pelotas. Solo imaginarme una mala caída y quedar parapléjico me hacía perderle las ganas y la vida no parecía entonces un sitio tan malo.

En la calle nos recibió una vieja borracha que no dejaba de hacer ruidos parecidos a gruñidos cuando reía, una risa tan asquerosa como extraña, una de esas risas que te dan ganas de estampar una piña en el rostro que la emite y después, darle patadas hasta que escupiendo sangre por la boca, suplicara por su patética vida.

Subimos las escaleras, guardé mi arma en el bolsillo del saco, ya sabía que aquella era una mierda de borrachos, a esas horas estaban ahogándose en sus vómitos y no oponían resistencia. Toda la noche gritando y cogiendo decía la vieja un par de pisos más abajo, su risa de jabalí asmático resonaba en los pasillos.

El olor a meada añeja invadía el lugar. No había ventanas, era todo penumbra, cortada a pequeños intervalos por una lamparita agonizante que regalaba sus últimos días de vida a las almas que deambulaban en la madrugada.

El invierno fue frío, pero en ese edificio, una mezcla de humedad y olores rancios hacían una atmósfera más pesada, algo así como una puta selva de apartamentos.

Por fin llegamos a la puerta.

- Abran , policía gritó mi compañero con poco entusiasmo.

Una mujer con pinta de puta después de coger con medio ejército invasor abrió. Las tetas le colgaban por la cintura y una maraña de pelo semicanoso le adornaba la cabeza, con una botella de vino en la mano y el llanto corroyéndole el maquillaje barato. Nos señaló una puerta despintada y vieja que era el baño.

- Abra, policía, volvió a insistir mi colega con menos entusiasmo aún.

Nadie respondió, nos miramos un pequeño instante.

Desde fuera la vieja de la risa asquerosa seguía gritando que la puta se había pasado chillando toda la noche, golpeando la puerta, ruidos de botellas rompiéndose y una sarta de mierdas que ignoré deliberadamente.

De seguro que a la vieja no le echaban un polvo desde la segunda guerra mundial.

Me alejé del baño y le cerré la puerta del apartamento en la cara.

Regresé donde mi compañero, volvimos a ordenar que abrieran la puerta, intentamos forzarla, aquella porquería estaba bien firme.

La abrimos a patadas.

El escenario entero del baño quedó ante nuestros ojos.

Todo era una porquería, los caños de metal por fuera de las paredes, los azulejos partidos y decolorados. Un bidet quebrado por la mitad, la pileta sostenida por casilleros de cerveza, ropa sucia tirada por el suelo y como cereza en la torta un sorete de dimensiones atroces flotando en el water, pacífico, como en estado de meditación, ignorante de todo cuanto allí acontecía.

En la bañera había un tipo vestido, con el agua apenas llegándole a la cintura. Tenía un corte en la muñeca izquierda y el agua estaba teñida de sangre, roja y fría.

La bañera estaba mugrienta también.

Le golpeamos en la cabeza para que despertara, la cara le cayó sobre el hombro, pesada, muerta. Le toqué la frente,

- está muerto, dije con la solemnidad de un vendedor de café en pleno estadio.

La puta, que había quedado en el umbral de la puerta apuró un trago, nos miró con los ojos vidriosos y se sentó en el piso mugriento. Apoyó la cabeza en la puerta y dedicando una última mirada al muerto le regaló un recital de vómitos y gemidos asquerosos. Mi compañero la tomó por los brazos y la arrastró a lo que en algún momento fue un sofá.

Quedé solo con el cadáver, viendo como le caían aún algunas gotas de la muñeca, haciendo un ruidito tenue al caer al agua.

Tenía una mueca extraña dibujada en el rostro. Si buscaba la calma, parecía que allí no la había encontrado.

Tenía el cuello torcido en un incómodo ángulo, no creo que eso pueda haberle preocupado. Por unos instantes todo el mundo era ese apestoso y oscuro baño, los gritos de la vieja en el pasillo, los ruidos de la puta vomitando, todo se esfumó. Seguro mi compañero ya había alcanzado a tocarle alguna de esas caídas y flácidas tetas. Le encantaba toquetear a las recientes viudas mientras estas en pleno desconsuelo se dejaban hacer sin decir palabra. A veces hasta conseguía echarle un polvo a alguna antes que llegara la ambulancia.

Prendí un cigarro, escupí el humo conté hasta trece y salí de allí.

Debo confesar que ese recuerdo que creía enterrado me marcó mucho más de lo que pensaba.

Ahora el que está en la bañera medio borracho y con los pies saliendo por los bordes soy yo. La afeitadora se balancea en mi mano buena mientras cuento...

Uno, dos, tres, ... trece.

Veo caer la sangre a chorros, al principio brotan desordenados, luego en pequeñas gotas. El agua se colorea al instante y una mancha pesada se extiende lentamente hasta el fondo. Es perfecto. Miro el techo un instante, vuelvo la vista al agua. Con cada gota la superficie se mueve formando círculos concéntricos que se van atenuando con la distancia.

El líquido viscoso cae velozmente y bajo el agua toma otra velocidad, como si no tuviese prisa. Cuento uno, dos, tres, cuatro...

Graham Coxon

Estimados todos... esta linda mañana de domingo vengo con un disco bajo el brazo para ustedes.
Uno de Graham Coxon (el guitarrista de Blur) como solista, y bueno, espero les guste... como siempre, el link de descarga a continuación. Un abrazo para todos...

http://rapidshare.com/files/71793727/The_Kiss_Of_Morning.rar

lunes, febrero 02, 2009

Aquellos besos

Bueno, dejo una letra por aquí, que la verdad es que me está pegando bastante en los últimos tiempos, es, cuando no, de Calamaro... quienes quieran seguir indagando... escuchar el honestidad brutal. Diego, por momentos concuerdo... lo mejor del Calamar, por momentos no... en fin.


Aquellos besos que ya no vuelven
convierten mi vida en algo raro
tus besos eran mi faro
la única luz que guiaba mi rumbo
en la oscuridad del mar
y la tormenta
no existe nada igual
que aquellos besos míos
tus besos
aquellos besos tan dulces
como aquellos besos nuestros
que son del color de tu ropa interior
siempre me volvieron loco de amor
gracias jaime por la frase
y apurarme una sonrisa
no se pude creer
donde hubo un amor queda brisa, ceniza
no sé si enterarte de mi pena, penita pena
te va a dar mas rabia
o ni siquiera me dedicas eso
como me puedo sentir cuando sé
que no voy a encontrar una chica igual
a mi otra mitad
la otra dueña de aquellos besos
que eran mi descanso
mi fantasía sexual
las ganas de volver a casa
a encontrar todo igual
aquellos besos míos
tus besos
aquellos besos que ya no vuelven
convierten mi vida en algo raro
tus besos eran mi único faro
mi única luz

un beso de aquellos besos
un beso de aquellos, aquellos besos
un beso de aquellos besos

jueves, enero 08, 2009

Abraza la oscuridad (un poema del Buko)

Un poco en honor a Gabriel (el paja) otro poco porque está bueno, les dejo con un poema de Bukowski para que lo disfruten. Un abrazo grande desde el autoexilio...



ABRAZA LA OSCURIDAD


La confusión es el dios
la locura es el dios

la paz permanente de la vida
es la paz permanente de la muerte.

La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.

no olvides las aceras,
las putas,
la traición,
el gusano en la manzana,
los bares, las cárceles
los suicidios de los amantes.

aquí en Estados Unidos
hemos asesinado a un presidente y a su hermano,
otro presidente ha tenido que dejar el cargo.

La gente que cree en la política
es como la gente que cree en dios:
sorben aire con pajitas
torcidas

no hay dios
no hay política
no hay paz
no hay amor
no hay control
no hay planes

mantente alejado de dios
permanece angustiado

deslízate.

Versión de Rafael Díaz Borbón

martes, enero 06, 2009

No alcanzo a escuchar lo que cantas mientras guardas tus cosas

Digamos que esto no debiera de entrar ni siquiera en la categoría de cuentos... pero bueno, no tenemos una sobre desvarío ocasional... aunque debiera de haberla


No alcanzo a escuchar lo que cantas mientras guardas tus cosas


Todas las canciones tristes suenan iguales... un poco a amor, un poco a soledad mal llevada, otro poco a silencio en el momento menos apropiado.

- Solo eso tenés para decirme? Dijo ella como envolviendo mis últimas palabras en una tormenta.

Hay veces en que las mejores palabras son esas que no se dicen, son las que ya sabemos los dos.

Algo así como terminar al mismo tiempo, se te nota en los ojos, en esa forma de recostarte, tranquila, sin tensión, jugando con lo que queda de ambos, con una especie de ternura mezclada con el final de lujuria que queda en el tarro.

Una canción da paso a la siguiente y así hasta que termina el disco. Suena un poco a una puta metáfora sobre la vida...

El vodka se mezcla de a poco con el limón. Puede que sea cierto que estoy dependiendo un poco de los incentivos para escribir. Tampoco es nada preocupante.
Nada mejor que una ligera adicción para combatir la rutina.
La brisa entraba suave por la ventana, el sol brillaba en lo alto. No alcanzo a escuchar lo que cantas mientras guardas tus cosas. En susurros parecidos al viento.
Nunca la distancia separa a uno de las cosas que realmente quiere, solo hace que las valore y extrañe cada vez más en dosis iguales.
Tampoco la noche es lo mismo, y de a poco las canciones adquieren nuevos significados.
No es la música la que cambia, es uno.
Más filosofía barata, pero prefiero andar descalzo.
Y que más da tener que levantarse temprano mañana?
¿Que importa un poco de sacrificio burgués cuando al final del día la madrugada es tranquila, uno puede escribir a la luz de la vela, contando las penas o inventándolas, oyendo un disco al mango, tomando vodka y fumando tabaco mientras el mar canta a lo lejos?

Sabés que uno no es lo que hace, es lo que hace y lo que dice y si pudiera saberse, lo que piensa. En el mejor de los casos todo eso junto.
No importa demasiado tampoco.
Pasó medio año, media vida, o sólo dos horas de la última vez que estuvimos?

A veces creo que la mejor despedida es hasta luego y no andar con rodeos. Hay personas a las que uno jamás va a olvidar, me gustaría que pensaras lo mismo. Y si, quizás sea demasiado pedir luego de tantos problemas ocasionados y de seguro que el olvido suena un poco mejor que este recuerdo permanente. Lo que sea para que seas feliz.

La luz se filtra de a poco por la ventana, en rendijas que parecen hechas por navajas.
Que bien vendría una sobredosis, hacer el último viaje, el que más curiosidad me causa.
Mi deseo de navidad es lo que vos quieras, lo que a vos te haga mejor.
Sea el olvido, o un tren sobre mis huesos. Supongo que podríamos llamarlo amor, aunque solo sea esa forma extraña de amor a la que te tengo acostumbrada.

Todavía suenan tus palabras en mi cabeza.
-
Estás exactamente igual que la última vez que nos besamos, soy yo la que cambió.
Y tengo que confesarte que aún no se que quisiste decir con eso. Pero ya me pasó otras veces, veces en las que el tiempo me hizo entender tus palabras.
De seguro que las más acertadas habrán sido esas de que ya no tengo arreglo... palabras que me encargo de confirmar a cada minuto que pasa.

- Al final parece que solo tengo eso para decirte. Contesto con el desdén de quien sabe que todo está decidido de antemano.

Uno siempre sabe cuando el juego se termina. Cuando llega la última canción, el último tango en alguna ruinosa y sucia ciudad.

Suenan las sirenas, empieza el bombardeo. Lo más difícil es la mañana siguiente. Esa suerte de calma que solo es la ausencia de las bombas cayendo, de los gritos de los heridos, el aroma agridulce de los cuerpos en descomposición. Algo así como la asquerosa sensación de los dientes sucios. Me encontré despierto viendo el techo, tanteando con la lengua si aún tenía todos los dientes. Ya ni recuerdo que mierda se supone significaba soñar con que se caen los dientes. Si a ese sueño agregamos una mujer hermosa practicando sexo oral, miro el techo, la miro a ella, escenas indescriptibles, de pronto sonríe, le faltan todos los dientes. Despierto, el significado de soñar que se caen los dientes elevado a la décima potencia. Todavía sigo excitado y asqueado por partes iguales.

Tomo otro trago, el vodka está viejo, no noto la diferencia, preparo otro vaso.

Mi reino por un poco de tabaco. Mi reino es una mierda y de seguro que ni eso vale, pero es lo único que puedo ofrecer. Nada es gratis. Te regalo una sonrisa, o la mueca que puedo llamar como tal. Espero que te guste.

Ya ni las mayúsculas tengo que poner al comenzar la oración. Me cago en las cosas automáticas, prefiero el vinilo, tener que levantarse a dar vuelta el disco, la luz de la vela. Eso me convierte en romántico o en idiota? También puede que en ambas cosas. La primera jamás la admitiría.

- Sabés que no soy bueno para decir adiós y que espero que entre nosotros siempre sea hasta luego, aunque hasta luego sean 3 días, 3 meses o 3 años. Cuando nos veamos de nuevo seguro que reconocés al mismo idiota al que alguna vez quisiste.
Me asusta no reconocerte.
Pero bueno, estoy dispuesto a perderte si eso te hace bien. Recién cuando te pierda de esa forma caeré en la cuenta de que todo fue un puto proceso de desintegración y que los días de escape, de ver tele, de polvos con amor fueron simplemente las ruinas de lo que hubo.

- Es que solo pensás eso? Repite a través del espacio que nos separa.
Creo que sería más fácil volver el tiempo atrás que seguir así. Lo que quisiera es ver que pasa más adelante.
Tengo una maldita manía con los libros que empiezo a leer. Ojeo lo que dice la última hoja al principio, como si al final aquellas palabras adquirieran otro significado al terminar de leer. El problema es que olvido esas palabras cuando el libro se cierra y sólo queda como una extraña anécdota. De esas que fácilmente podría evitar decirte.

Es como esas frases que segundos después de dichas uno advierte, que estúpido que soy, aunque ya es tarde para retractarse. La frase fue estúpida y vos ya advertiste mi condición de tal, solo me quedan las excusas de lugar y de momento.

¿qué mas da perderse si al final uno supiera que va a encontrar algo?

Es lo que desde hace unos diez años me viene pasando. Y cada tanto encuentro ese momento perfecto en que uno se da cuenta de que así podría pasarse la vida. Como la sopa debajo de las mantas, hacer el amor en invierno. Las reconciliaciones en la cama.

Ahora se que te voy a extrañar en serio.