domingo, julio 17, 2022

Un viaje

 Tendríamos entre diez y doce años, parte de nuestra diversión consistía en hacer jodas telefónicas, como cualquier niño de bien. Pero aquella tarde rompimos algo más que parte de nuestra infancia, rompimos una ilusión.

La cosa es así, planeamos la joda, que iba a ser llamar al azar a cualquier teléfono (fijo, obvio) y decir a la persona que llamábamos de un programa de Omar Gutiérrez (programa variado uruguayo que iba desde el mediodía hasta la tarde de lunes a viernes en aquellos tiempos).

Lo que no teníamos muy en mente era como seguir la broma, y mucho menos, como terminarla.

Fede intentó primero y nadie le atendió, así que me tocó a mi el turno, marqué los números al azar y me atendió lo que parecía ser una señora de pasados los 50.

Atiende, le digo:

- Hola señora, llamamos del programa de Omar Gutierrez para decirle que se ganó el viaje!!!

Pongo el auricular hacia el grupo de amigos y todos se ponen a aplaudir, a silbar, etc. en gran algarabía por el premio.

- ¿En serio? me dice la mujer con voz emocionada.

- ¡Claro que si señora! digo con voz de conductor de programa televisivo, ¡ganó! ¡ganó!

Seguían los aplausos y la algarabía en el falso estudio de televisión.

La mujer gritaba en el auricular, festejaba.

- ¡Gané! gritaba para el resto de su casa, ¡gané!

Yo la seguía arengando:

- ¡Ganó señora, ganó el viaje!

La mujer seguía contenta, su felicidad atravesaba el cable y me pegaba en el corazón, y en ese segundo me iluminé sobre como iba a terminar aquella llamada telefónica.

- Gané, gané seguía la mujer en una alegría brasilera.

- Ganó, ganó le respondía yo con una alegría fingida.

- ¿que gané? pregunta finalmente.

- Un pasaje a la puta madre que la parió y corté.

Todos en el living de mi casa se retorcían de la risa, a mi me empezó a entrar un sentimiento de culpa inexplicable.

Nunca más pude sacarme de adentro como aquellos segundos larguísimos de felicidad fueron arruinados por un pelotudo de entre diez y doce años que le hizo una llamada aquella tarde.




domingo, julio 10, 2022

¿estás bien?








Hacía un tiempo que no pasaba la noche con alguien, y esa noche en particular la vida parecía dar otra oportunidad en esas cuestiones de a dos.

Escuchamos música, charlamos, cenamos, reímos, tuvimos sexo (ella no acabó, yo por cuestión de principios, o más bien de finales, me abstuve) y caímos dormidos mientras afuera empezaba la tormenta.

Soñé con una señorita del pasado, estaba como en una especie de torre gigante, con escaleras de piedra en caracol que subían perdiéndose en la oscuridad. Ella iba más adelante, no la veía, pero sabía que huía de algo muy siniestro (y no era yo).

Subía lo más rápido posible, pero solo escuchaba su voz pidiendo ayuda.

El sueño siguió lo que dura una eternidad, no podía salirme, hasta que desperté en la oscuridad de una habitación desconocida, tendí la mano en la cama, me acerqué a la mujer que dormía a mi lado y le pregunté: - loquita, ¿estás bien?

Pero aquella señorita no era la que corría escaleras arriba en mi sueño.

Por suerte creo que no me escuchó, o al menos eso pareció.

Me acosté boca arriba y escuchando la tormenta afuera, viendo las gotas caer en el vidrio y el viento soplar con fuerza y la noche de repente se volvió un lugar tan solitario y triste.