Tendríamos entre diez y doce años, parte de nuestra diversión consistía en hacer jodas telefónicas, como cualquier niño de bien. Pero aquella tarde rompimos algo más que parte de nuestra infancia, rompimos una ilusión.
La cosa es así, planeamos la joda, que iba a ser llamar al azar a cualquier teléfono (fijo, obvio) y decir a la persona que llamábamos de un programa de Omar Gutiérrez (programa variado uruguayo que iba desde el mediodía hasta la tarde de lunes a viernes en aquellos tiempos).
Lo que no teníamos muy en mente era como seguir la broma, y mucho menos, como terminarla.
Fede intentó primero y nadie le atendió, así que me tocó a mi el turno, marqué los números al azar y me atendió lo que parecía ser una señora de pasados los 50.
Atiende, le digo:
- Hola señora, llamamos del programa de Omar Gutierrez para decirle que se ganó el viaje!!!
Pongo el auricular hacia el grupo de amigos y todos se ponen a aplaudir, a silbar, etc. en gran algarabía por el premio.
- ¿En serio? me dice la mujer con voz emocionada.
- ¡Claro que si señora! digo con voz de conductor de programa televisivo, ¡ganó! ¡ganó!
Seguían los aplausos y la algarabía en el falso estudio de televisión.
La mujer gritaba en el auricular, festejaba.
- ¡Gané! gritaba para el resto de su casa, ¡gané!
Yo la seguía arengando:
- ¡Ganó señora, ganó el viaje!
La mujer seguía contenta, su felicidad atravesaba el cable y me pegaba en el corazón, y en ese segundo me iluminé sobre como iba a terminar aquella llamada telefónica.
- Gané, gané seguía la mujer en una alegría brasilera.
- Ganó, ganó le respondía yo con una alegría fingida.
- ¿que gané? pregunta finalmente.
- Un pasaje a la puta madre que la parió y corté.
Todos en el living de mi casa se retorcían de la risa, a mi me empezó a entrar un sentimiento de culpa inexplicable.
Nunca más pude sacarme de adentro como aquellos segundos larguísimos de felicidad fueron arruinados por un pelotudo de entre diez y doce años que le hizo una llamada aquella tarde.