¿Quien podría decir que el universo mismo no inspira melancolía de por si, si la naturaleza o la mortalidad no nos inculca eso desde el nacimiento, o quizás, ya que el desvarío parece no tener límites, si esta naturaleza melancólica del universo no nos está grabada en una suerte de memoria genética?
Pues resulta que de las cosas más corrientes y asombrosas de esta vida como la es el cielo nocturno no es sino el reflejo que cosas que ya no están. Como nuestros ojos interpretan como realidad estrellas que hace milenios que no existen, como su brillo nos deja un poquito de luz en medio de la negrura absoluta de la noche.
¿Que nos impide asociar esto con por ejemplo el brillo que dejan los amores que ya no están?
¿Como fingir que ya no existen luego de apagados si aún brillan en las noches como las antes mencionadas estrellas?
¿Será este otro principio inevitable de las cosas? Es decir, el carácter melancólico de la vida.
A veces esas estrellas apagadas hace tanto, esos amores terminados (por no decir acabados para que ningún aspirante a cómico haga el chiste fácil) brillan tanto que no nos dejan dormir por las noches.
Digo, después de tanto divague, ¿es tan malo?
Todo esto mientras suena por los parlantes un programa reciente de Dolina.
El futuro en el cielo
Hace 3 años.
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