domingo, agosto 30, 2009

Todos los martes a las tres (en la ciudad de Cuajo)

Una aclaración antes de comenzar... el nombre de la ciudad refiere a una cuestión que solo una persona podría enteder, esa persona jamás lo leerá, pero con gusto, y cerveza mediante será contado a los curiosos /as que lo deseen... ahora si, un pseudo pequeño escrito




En la ciudad de Cuajo los recuerdos son arrancados de raíz y se secan al sol en las afueras.
Los pájaros cantan todos los días distinto, para que sus habitantes no asocien esa mañana con otra parecida.
Los deseos se queman con la basura y la gente saca los planes de esos que son de a dos y los anhelos, todos los martes a las tres, cuando pasa el camión. Nadie se pregunta donde van, ni que pasa con ellos. Vuelven a sus casas, se miran al espejo y éste les devuelve una cara nueva, que sonríe. Satisfechos se sientan a mirar la tevé, sin recordar que había en aquella bolsa.
En la ciudad de Cuajo todos tienen sonrisas de comerciales de pasta de dientes.
De los árboles crecen fotos en blanco, las flores no se pueden arrancar y los perfumes están prohibidos, todos excepto uno, el que llevan todos.
Aunque de vez en cuando en la ciudad también ocurre algún problema.
Alguna foto que nace en pleno otoño con una cara antigua grabada en escala de grises, algún pájaro que por quien sabe que cuestión migratoria termina en Cuajo silbando una tonada triste, o algún tema de Sabina.Un espejo rebelde que empieza a reflejar la misma cara triste todas las mañanas.
Entonces y con la mayor rapidez posible, el árbol completo es prendido fuego, el pájaro derribado a tiros y al que el espejo devuelve la misma cara es desterrado, obligado a llevarse consigo el maldito artilugio reflejante, por si acaso fuese algo contagioso.
Esta persona camina un par de kilómetros y atraviesa un largo puente, sin cruzarse con nadie por el camino. De todas formas, nadie le recordaría. Seguiría por la larga carretera, que pasado el puente se convierte en un polvoriento camino de tierra, salpicado de verdes irregulares a ambas orillas. Se volvería a mirar al espejo para ver si su maldición pudiera haber terminado y desde el instrumento le saluda un rostro vagamente familiar.
Un poco después pasa por el cementerio. Sobre las lápidas no hay nombres, todos fueron borrados.
El hombre levanta una flor silvestre y la deja sobre una tumba. Es la única del cementerio que tiene una flor.
Pero volviendo a la ciudad de Cuajo, allí uno se muda cada tres meses y cambia de trabajo y amistades con la misma frecuencia. Cuando por algún motivo una chica y un hombre pasan más de seis mese juntos, y la relación es estable, sin sobresaltos, con los guiones perfectamente escritos, armoniosa sólo con lo justo de pasión y deseo, se mudan a la ciudad de Comodidad, que dista a un par de horas de viaje.
Aunque por desgracia a veces en Cuajo se cruzan dos ex amantes. Si alguno de ellos se llega a reconocer, las autoridades actúan con la celeridad a que nos tienen acostumbrado, enviando al memorioso rumbo a la región de Olvido. Mientras que el amnésico puede continuar con su feliz existencia en la ciudad.
En Cuajo las calles no tienen nombres y todos los cafés se llaman igual. No existen playas ni ramblas y el curso de agua más cercano es el que pasa debajo del puente que marca el límite de la ciudad. Las plazas son enormes lagos de cemento con bancos en los costados, todos iguales.
En Cuajo nunca llueve más que tenues lloviznas de verano con sol, ni hace demasiado frío y las estufas de leña están prohibidas.
Todos cumplen años el mismo día y en esa fecha la ciudad se llena de borracheras sin alcohol, puesto que también está prohibido.
En las noches no se ven las estrellas que están tapadas por las fuertes luces de la ciudad, pero cuando por algún extraño motivo ocurre un apagón y las pequeñas luces titilantes cubren la noche, siempre alguno hace sus maletas y se marcha de la ciudad, u otro salta desde un alto edificio. Los menos, jamás se acostumbran a vivir en Cuajo y al cabo de un tiempo se los podría ver caminando por el viejo camino de salida, con la cabeza vuelta hacia arriba, viendo las estrellas de una fresca noche de primavera, cantando alguna vieja canción, añorando lo que ya nunca más volverá.

En la ciudad de Cuajo, estas páginas fueron quemadas en la plaza pública, ante los ojos felices de los habitantes, y a mi me desterraron a Olvido. Al final todos los de Olvido soñamos con mudarnos a Cuajo.
Los ciudadanos de Cuajo duermen tranquilos por las noches, y jamás un sueño les perturba el sueño.

lunes, agosto 17, 2009

Nostalgia???

Estimados todos... en esta linda y agradablemente fresca noche de agosto paso a pedirles de su colaboración para con la causa...
Con esto de la nostalgia tocando su punto (si, puse punto y me controle de no escribir puto punto) alto del año, me dio que pensar... y la pregunta que uds. deberán, si es que así es vuestra voluntad, en este blog poco soberana (pero poco siempre es más que nada) responder... es ¿como hemos de hacer los que sentimos nostalgia por algo todo el año. Si todo el puto año y que por llevar la contra nomás, intentamos mantenernos al margen de la maldita celebración que en estos días acontece y bueno, cuando todo el mundo recuerde sus momentos pasados, que como siempre pasa suelen ser mejores, quisiera hacer algo diferente. Así que tiren ideas, la mejor se gana una cena en el cabo de poca esperanza con quien les escribe (bromas aparte... en el mejor de los casos una cervecita supongo que estaría bien no?, y si ganara alguien del sexo opuesto, mejor aún... pero a no empezar con aquello de la homofobia, que la amistad entre gente del mismo sexo si existe!!!)

Abrazos y besos según corresponda a la necesidad y gusto de cada uno, aprovechen que estoy de oferta.

y para terminar de mejor manera de la que comenzamos (cosa siempre recomendable):


Gran alfombra roja
Olvidar es divino y fuerte la fuerza del destino
Cuerda floja
Al moscardón

Y eso que parece un corazón
Parece que mi camara lenta
Ya perdió la cuenta
Y no esta contenta
Mi muñeco vudú
Se perdió en la tormenta
Con mil alfileres clavados

En mi corazón en venta
Que nadie viene a comprarlo
Mi corazón en venta
Dicen que se revienta
Que versión violenta
La que se encuentra por ahi
La que se encuentra por ahi
Se dice de mi que nunca vuelvo
Y siempre me estoy yendo a ningun lugar
Que tengo que dejar de navegar
Ya me di cuenta
Me lo dijo mi corazón en venta
Feliz navidad sangrienta
Te desea mi corazón en venta

jueves, agosto 13, 2009

la luz se cuela por una rendija de la persiana

Una caminata de vuelta del trabajo bastante inspirante... primero que nada, regresé al aire (entiéndase, contraté banda ancha de antel) y nada, de vuelta a casa, en la caminata de más de una hora y media, después de 8 de trabajo se me ocurrió que podía planear un regreso a la fotografía y preparar en un mes y medio una pseudo muestra de 24 fotos. Por supuesto, tendré que quemar rollos y rollos para conseguirlo, pero bueno, parece un buen plan para ocupar la mente un poco. Y nada, solo quería contarles, luego de tanto post de tristezas, podría decir que en este la luz se cuela por una rendija de la persiana. Ahora solo falta volver a encontrar una excusa para levantarse por las mañanas...
Abrazo para uds, mis amigos