A veces la ventana se golpea con el viento mientras mi pequeño duerme a mi lado, una camita llena de peluches, autitos y el pedacito más grande de mi vida.
A veces hace frío y una frazada bien tapado con café viendo una película es un pequeño paraíso.
En ocasiones un auto pasa salpicándote en una noche fría y lluviosa y la luna observa con una calma milenaria el encuadre de una violación, de un asesinato, del sueño frío y sin hogar de un tipo de la calle o el beso largo y lento de los enamorados.
El sol rompe los ojos cuando salgo de un bar de mañana, demasiado borracho para recordar donde es mi casa y el mareo y el dolor de cabeza hacen pensar dos veces si irte con la mujer que tenés al lado o caer solo en una cama.
A veces el polvo es demasiado triste, otras tan feliz que se termina brindando con vino los fracasos anteriores.
Algunas veces vuelvo a escuchar Nirvana, como esta noche.
Y otras una sonrisa estúpida ilumina esta gris y desgastada cara como diciendo, ¿acaso habría un mejor lugar para estar? Y al final todos los caminos parecen llevarte a alguna parte, todos los desvíos parecieran desembocar en esta suerte de avenida en la que en cada esquina hay una pareja besándose, un borracho encantador cantando y una prostituta que pide un tabaco y sonríe a cambio, mientras exhala el humo con toda la clase que sus clientes jamás tendrán.
El futuro en el cielo
Hace 3 años.